Una de las definiciones de liderazgo muy común, y que recorre las facultades de varias universidades, en pleno siglo 21, es ésta:
“Liderazgo es influencia”.
¿Qué opina?
¿Es ésta una definición completa?
El liderazgo no es sinónimo de jefatura o de autoridad. Al menos la connotación actual dista mucho de ello. El liderazgo tiene que ver con un tipo de influencia sí, pero restringida: positiva, constructiva, evolutiva. Lo demás se llama cacicazgo, tiranía, autocracia, dictadura, absolutismo o despotismo. Así de claro.
Y es que dominar a otros, en base a la fuerza es primitivo e involutivo -salvo casos excepcionales. Es la típica ley de la selva. El liderazgo es un ejercicio que genera influencia en torno al comportamiento y estilo de vida del líder y de su equipo, que conecta con la ética, los valores, el servicio y la mejora sustantiva de la sociedad.
Los líderes y sus colaboradores, son los que han configurado a lo largo de los años nuestro mundo y nuestra vida. El liderazgo, y no la jefatura -cuya definición tiene que ver exclusivamente con influencia- ha sido fundamental para generar bien común. El término liderazgo debe encuadrarse dentro de un modelo axiológico, que entronque con principios éticos sólidos y que despierte admiración e inspire a los demás a ser mejores seres humanos. Jesucristo, Gandhi, Luther King, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Barak Obama, Ángela Merkel, entre otros han sido personajes que han mejorado el mundo.
S. Covey, un referente en este tema, menciona que el secreto del liderazgo es equilibrar dos variables: la firmeza con la consideración.
Si soy muy considerado y poco firme, me vuelvo permisivo, paternalista y poco efectivo. Si soy muy firme y poco considerado, me convierto en un autócrata, en un cacique o en un jefe. Por otro lado, si soy poco firme y poco considerado, no hay que comentarlo mucho; no hay liderazgo. Entonces el secreto es armonizar y conjugar las dos variables. Ser cortés y firme a la vez. Esto es un arte propio de personas evolucionadas.
Al hablar de liderazgo no nos estamos refiriendo solamente a los grandes líderes políticos o sociales. Estas reflexiones son aplicables en la vida cotidiana. En la familia, en la empresa, en el colegio y universidad. El auténtico líder no genera temor sino respeto y admiración. Allí tenemos un reto.