Bolívar, héroe de la independencia hispanoamericana, se formó leyendo a los pensadores de la Ilustración (Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu…). En París tomó contacto con las nuevas ideas de libertad y conoció personalmente a Napoleón y a Humboldt. En 1805 juró, en Roma, que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española. Y, aunque carecía de rigurosa formación militar, Simón Bolívar llegó a convertirse en el principal dirigente de la guerra por la independencia de las colonias hispanoamericanas; además, suministró al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y discursos.
Cuando volvió a América, en 1810, encontró muchos problemas. La gente no estaba convencida de su liberación, no había financiamiento, ni armas, ni valor para enfrentar algo tan grande. Fue su sueño el que lo convirtió en un gigante. Fue el ideal por concretizar la independencia de su patria, que lo llevó a cambiar las circunstancias adversas del entorno y convertir las crisis en oportunidades.
He allí un emprendedor.
¿Qué condiciones debe tener un ser humano para convertirse en un emprendedor? ¿Qué principios debe seguir? ¿Cuáles son los valores que deben regir su vida de modo que deje huella, y haga historia? Hoy más que nunca, en medio de esta pandemia sanitaria, económica y social, necesitamos emprendedores que ayuden a reconstruir el país.
Hemos estudiado a muchos líderes a lo largo de la historia de la humanidad, y nos atrevemos a plantear cuatro valores que han sido la constante de todos aquellos que han emprendido empresas formidables, y que han llegado hasta la cima:
- Autoestima: permítame definir la autoestima, como lo hago en mi libro: “Y el águila voló”: “el orgullo de ser yo mismo”. Si usted no cree en Dios, eso lo transforma en un ateo, no hay problema; pero si usted no cree en usted mismo, eso lo convierte en un inútil. Los emprendedores deben ser personas que saben que sus héroes son ellos mismos. No claudican ante los fracasos, poseen la energía del toro de lidia que se crece ante las dificultades. Controlan la situación y siguen adelante, siempre.
- Visión. Dicen que la visión se la puede definir como “el arte de ver lo invisible”. El emprendedor es alguien que sabe bien a dónde va. Que tiene una estrella, un objetivo, una meta perfectamente clara y determinada. Son soñadores perpetuos, y son sus sueños su energía permanente.
- Persistencia: es el valor fundamental en un emprendedor. Es la capacidad de transformar el fracaso en una grada hacia el éxito. La persona persistente cuando cae, no se lamenta ni se desanima; se pregunta sencillamente: ¿en qué parte me equivoqué? Y luego del análisis, y de la solución subsiguiente, lo vuelve a intentar hasta lograrlo. El persistente sabe que el fracaso no es un problema, sino más bien un amigo, que lo acompañará hasta el éxito. Conoce bien que el número de equivocaciones lo acercan cada vez más a la meta.
- Honestidad: es lo que diferencia a un “negociante” de un “gerente”. Ser honesto es tener la capacidad de hacer de la verdad una norma de vida. La mega tendencia mundial, hoy por hoy, propone enfáticamente que la rentabilidad de una empresa es directamente proporcional a la ética. Hay que exceder las expectativas del cliente para que no decida irse a otro lado, y lograr su fidelización.
Que esta reflexión contribuya a motivar a la ciudadanía a ir en pos de sus sueños y comenzar a generar sus propias empresas. No queremos empleados, queremos empleadores. Necesitamos emprendedores con ética, seguros de sí mismos, con un ideal claro, y que jamás claudiquen o se dobleguen ante la ferocidad de las batallas.