PAZ, EN MEDIO DE LA TORMENTA

Nada puede justificar una guerra. ¡Nada! La conciencia de la humanidad ha evolucionado proporcionalmente al tiempo. Hoy el ser humano es capaz de percibir con mayor nitidez y diferenciar lo bueno de lo malo. A pesar de esto, nos hallamos inmersos en otro conflicto fratricida. La guerra es inadmisible, repugna a nuestra ética, a la convicción de libertad y de bien común que propugna la gran mayoría de la humanidad. La guerra nos enlaza con la ley de la selva, con lo primitivo, lo involutivo. Degrada al ser humano, lo deshonra.

A este trágico contexto internacional, y como si fuera poco, hay que añadir la violencia que se vive en nuestro país producto de la delincuencia, el narcotráfico y otros factores. Aparte de los muchos problemas que llevamos con nosotros permanentemente. Todo parece apuntar a un entorno trágico y deprimente. Tal vez lo sea, pero…

Para ser objetivos, debemos anotar que también hay buenas noticias. Que la vida no es sólo adversidad y sufrimiento, y que nuestra actitud ante ella define lo que somos y seremos.

-¿Qué ves allí?, preguntó el maestro al discípulo

-Veo un árbol

-¡No, mira bien!

-Es un árbol…, tiene tronco, ramas y hojas…

-¡Míralo otra vez insistió el maestro!

-Es un árbol –respondió el discípulo fríamente.

El maestro un tanto defraudado manifestó:

-Si yo te muestro un árbol y solo ves un árbol, no estás viendo realmente un árbol, pero si yo te muestro un árbol y ves allí un milagro, allí recién estás viendo un árbol (Anthony de Mello sj.).

Los milagros, por consiguiente, no son necesariamente hechos sobrenaturales, más bien ocurren en la cotidianidad de la vida, pero claro, solo los pueden observar gente que tiene los ojos bien abiertos.

La capacidad de mirar con hondura la vida y percibir oportunidades en medio de las crisis. La facultad de entender que, a pesar de la adversidad y el infortunio, un ser humano puede salir adelante, sin claudicar ni retroceder, cuando está convencido de llevar a cabo sus ideales. La actitud positiva que nos permite cantar en medio de la tormenta, y tener paz interior a pesar de un entorno contaminado. Todas estas actitudes constituyen milagros…

¿Es usted también capaz de ver milagros en medio de la vida o de la tempestad? Necesitamos de seres luminosos que alumbren la soledad y que puedan irradiar colores en los cementerios. Es tiempo de seguir construyendo la paz y la esperanza, en medio de la guerra, la delincuencia, y la desolación.

“Sólo el amor alumbra lo que perdura, solo el amor convierte en milagro el barro”.

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