Escuchar a Dios…
El evangelio de San Marcos, capítulo 7, versos 31 en adelante, nos cuenta la historia de la «curación de un sordomudo». Dice la Biblia que el Gran Predicador, “lo apartó de la gente, y a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo le dijo: ‘Effetá’ que significa ‘ábrete’ y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente”.
Nuestro mundo está lleno de sordos y mudos. Sordos del corazón y de las manos. Gente que oye pero que no escucha. Que posee un blindaje total hacia la opinión ajena. Personas impermeables, cerradas a sus viejas y anacrónicas ideas.
El grito de Jesús resuena otra vez: ¡ábrete! El mundo cambia vertiginosamente y lo que dio resultado ayer hoy resulta caduco. Ábrete, modernízate, aprende de los demás, escúchalos.
Tenemos dos oídos y una boca. Pero muchos de nosotros escuchamos tan poco y hablamos tanto… que parecería que tenemos un oído y mil lenguas. Por eso aquel dicho antiguo: “No tienen el don de lenguas, pero tienen una lengua que es un don” es oportuno y paradójico.
Le invito amigo lector a escuchar más y a hablar menos. Escuche a los demás y seguramente les ayudará mucho, no olvide que la enfermedad del milenio es la soledad, que no es estar solo, sino sentirse solo en medio de mucha gente. Escuche empáticamente, es decir poniéndose imaginariamente en los zapatos de la otra persona, solo así la comprenderá y no la juzgará anticipadamente.
Y sobre todo, escuchemos a Dios, él habla a través de la naturaleza, de los pajarillos, de las plantas y de los seres humanos, especialmente de los vulnerados, de los discriminados y de los enfermos.
¡Escúchelo! La oración es la mejor forma de conversar con Dios, de oírlo y también es la mejor estrategia para edificarnos espiritualmente.
Le invitamos a orar con nosotros en «El Carpintero está Vivo». Acepte esta invitación, abra su corazón y ¡cúrese para siempre!